viernes, septiembre 23, 2005

El 29 de Abril

Era viernes, inicio de lo que podía haber sido un buen fin de semana. Fui citado al despacho del jefe por su secretaria. La interrogué sobre quién más iba a acudir a esa cita, y no sospeché que aquello me iba a resultar un tanto desagradable. El jefe, mal aconsejado por su segundo, iba a realizar una maniobra envolvente para quitarme de enmedio. Al no presentarse uno de los convocados, los demás citados se marcharon y decidió informarme de su decisión. Obviamente, mostré primero mi desacuerdo, no se inmutó. Le hice ver que estaba cometiendo una barbaridad y le demostré que su decisión se basaba en acusaciones interesadas del verdadero responsable de una actuación desagradable con el resto de personas del entorno. No me hizo caso, volvió a citarme para el siguiente martes. Ya sin equipo de apoyo, pero con su segundo al lado, paso directamente al ataque. Entonces busque apoyo en quien conoce la estructura del poder mejor que los allí presentes. Y pasé a defender mi posición con mejores armas y argumentos que los que me atacaban. A día de hoy, sigo en mi puesto, pero mi tranquilidad ha desaparecido. Ha conseguido convertirme en una persona desconfiada, aunque todavía tardo en reaccionar, consigo ponerme a la defensiva. Pero también han conseguido que, en este momento, no tenga claro si quiero quedarme en mi puesto, y aguantar el temporal, o abandonar la nave cuando creo que está llena de agujeros que van a hacerla naufragar. Sin remedio. Creo que podré contaros algo más la próxima semana.

Continuará?...